¡Qué temprano me levanté! A las 6.35 AM pasaba el micro que lleva a Córdoba, donde tuve que hacer trasbordo para llegar a Villa General Belgrano, donde después tuve que tomar el que te lleva a La Cumbrecita. Debido a lo bien pensado que está, fueron 5 horas de viaje, nada directo. Acá si hubiera sido bueno estar con auto.
Finalmente llegué a La Cumbrecita, que belleza de lugar. De haber sabido iba a ser así no hubiera perdido día y medio (ni plata) en la horrible Cumbre. Cuando vi el mapa pensé que no llegaría a recorrer nada, debido a que tiene tiempos estipulados para las caminatas (ida y vuelta). Demás está decir que los tiempos están pensados, como dice el mapa, para una caminata a marcha moderada, aunque yo me tomo la licencia de cambiarlo a una marcha moderada para aquellas personas con afecciones cardiopulmonares y/o impedimentos para caminar en terreno escarpado. Si yo les parezco exagerado, ¡ni se imaginan lo exagerados que son los tiempos del plano!
Además de ser un lugar bellísimo está bastante señalizado, es un pueblo peatonal, calles de tierra o piedra, mucha vegetación, arroyos que cruzan todas las calles, mirlos cantando, en fin, super relajante. No descartaría venir acá para hacer un retiro espiritual, por así decirlo. Tal vez lo único en contra que tenga es que los horarios de los negocios son muy de pueblo, y convengamos que va mucho turismo.
Dado que planeaba recorrer mucho me alojé en el Hostal Las Cascadas, perteneciente al hotel de mismo nombre. No tenía la belleza del de Villa Carlos Paz pero si un encanto diferente, además de buen precio.
Mi primer destino fue la Cascada Grande. Ni bien llegué comenzó a lloviznar, pero había bastante Sol, con lo que me resultó casi imposible tomar una foto con el agua en movimiento sin que saliera quemada, una pena. Luego dejó de llover, pero se despejó, con lo que directamente no tenía sentido intentar sacar con exposición larga, por lo que aproveché y nadé en la suerte de olla que se hacía en la cascada. El agua estaba muy fría como corresponde, pero relaja de una manera particular nadar en un río y debajo de una cascada.
Cascada Grande en La Cumbrecita
Luego me dirigí hacía La Olla, un estanque natural en el arroyo ideal para ir a tomar unos mates y pasar la tarde, pudiendo uno eventualmente meterse al agua. Uno de los principales atractivos de La Olla es que es facilmente accesible, no así la Cascada Grande.
De ahí partí hacía el Lago de las Truchas, que ni parece mucho lago y donde no vi ninguna trucha, pero sin dudas tal vez no era la época :)
Volví hacía el hostel y luego a almorzar en Die Freude (La Felicidad). La comida estuvo bien, una costillita de cerdo con pure de manzanas, bratwurst, knackwurst y sauerkraut, pero es más que criticable que no tuvieran cerveza decente así que tomé una Sprite.
Luego me fui hacía las Tres Cascadas, Remanso Negro y Lago Esmeralda. Lamentablemente a este último no pude llegar debido a que no había camino, pero si vi el Lago Grande. En esta parte del pueblo se puede encontrar el restaurant Gambrinus como así el Peñon del Aguila, lugar recreativo donde lo más destacable es cruzar el río en una tirolesa de 540 metros. Por supuesto, ¡no lo hice! Si, soy un cagón.
A la vuelta me detuve en el Café Suizo a tomar una deliciosa cerveza artesanal Mak Bier, en esta oportunidad la Weizen (de trigo). Que placer al paladar, suave y sabrosa. Altamente recomendable.
Luego de repuestas las energías pasé por la Iglesia Ecuménica y las plazas del pueblo, y me fui a cenar a Ohne Sorgen (Sin Preocupaciones), un rico goulasch.
Vuelta al hostel y a descansar, sintiendo el arroyo correr a 30 metros de la ventana.